INTRODUCCIÓN

FINCA BARILOCHE 2
MUNICIPIO DE EL CARMEN DE VIBORAL
ANTIOQUIA.

Las enfermedades de la reproducción en el ganado bovino causan más pérdidas económicas que cualquier otro grupo de problemas de salud en la producción lechera, debido a afectación del potencial genético, disminución de la producción de leche y por necesidad de aplicar tratamientos que elevan los gastos por concepto de medicamentos y servicios veterinarios.

El comportamiento reproductivo de las vacas en el postparto (PP) juega un importante papel en el éxito reproductivo del rodeo y, por tanto, influye en la producción y el beneficio económico de la empresa ganadera. El Intervalo entre Partos (IEP) es considerado como uno de los parámetros más importantes para lograr ese éxito reproductivo (Forero, 2004). Sabiendo que el IEP óptimo se encuentra entre los 12 y 13 meses, todos los esfuerzos tienen que dirigirse para lograr ese objetivo. Existen muchos factores que impactan negativamente sobre IEP extendiéndolo más allá de los 13 meses. Dentro de los más relevantes se menciona la endometritis y es por ello que su diagnóstico y el control de sus factores de riesgos, tales como la retención de membranas fetales, la hipocalcemia, los partos distócicos y de mellizos, el prolapso uterino (Smith y Risco, 2002) son claves para lograr un óptimo IEP. La inflamación del endometrio se inicia comúnmente al momento del parto. En condiciones normales, los animales son resistentes a las infecciones uterinas durante el estro debido al incremento del flujo sanguíneo y aumento de defensas celulares y humorales, propiciada por altos niveles de estrógenos circulantes (Jiménez y Hernández, 1995). Si la fertilización ocurre satisfactoriamente sin presencia de agentes patógenos durante la gestación, el proceso de infección uterina se inicia una vez desencadenado el parto. Por tales razones, la endometritis está asociada directamente con la higiene y el estrés sufrido por el animal al momento de parir (Ferguson, 1993), lo que se reflejará en un alargamiento del IEP. El útero de todas las vacas se contamina con bacterias después del parto, pero esto no implica necesariamente infección, ni desarrollo de enfermedad uterina (Azawi, 2008). Las vacas normalmente logran controlar esta contaminación y las infecciones más severas en el transcurso de la involución del útero, pero si la contaminación se traduce en infección y ésta persiste, se desarrollará enfermedad uterina (Lewis, 1997). Asimismo, es poco frecuente que la involución uterina progrese bajo la forma de un proceso aséptico. Lo que normalmente se observa es una infección espontánea caracterizada por un crecimiento bacteriano masivo que se ve favorecido por la presencia de los loquios. Por lo tanto, se debe diferenciar entre contaminación uterina e infección uterina. Para que haya infección debemos estar en presencia de adherencia a la mucosa de organismos patógenos, colonización o penetración de los mismos en el epitelio y/o liberación de toxinas bacterianas (Sheldon et al., 2008) Las enfermedades uterinas postparto más comunes son: endometritis, metritis y piómetra. El criterio de diagnóstico varía de acuerdo a los investigadores y a pesar que se han hecho esfuerzos por estandarizar los conceptos estos han
sido infructuosos (LeBlanc et al., 2002; Sheldon et al., 2006; Azawi, 2008). Se afirma que metritis es el proceso inflamatorio que afecta todas las capas del útero: endometrio, submucosa, muscular y serosa (Bondurant, 1999). Según los signos clínicos se puede clasificar como metritis puerperal y metritis clínica (Sheldon et al., 2006). Un caso de metritis puerperal se define como una vaca con el útero anormalmente agrandado y con descarga uterina acuosa, fétida y de color marrón rojizo, asociada con signos de enfermedad sistémica tales como disminución de la producción, depresión y fiebre, dentro de los 21 días postparto. Por otro lado, un caso de metritis clínica se define como una vaca que no tiene signos de enfermedad sistémica, pero tiene un útero anormalmente agrandado y descarga uterina purulenta detectable en la vagina dentro de los 21 días postparto. (Lewis, 1997; Lewis et al., 2006). Por su parte, la endometritis es la inflamación superficial del endometrio, que no se extiende más allá del estrato esponjoso y los tejidos glandulares subyacentes, con evidencia histológica de inflamación (Sheldon et al., 2006).

Este proceso es caracterizado por cambios degenerativos en el epitelio superficial, congestión vascular con edema en el estroma y migración de neutrófilos y otras células inflamatorias al área afectada (Földi et al., 2006).

la endometritis está caracterizada por la presencia de exudado purulento o mucopurulento en la vagina 21 días o más después del parto. Se le asocia frecuentemente con retardo en la involución uterina y no está acompañada de signos clínicos sistémicos (Sheldon et al., 2006). En cuanto, la piómetra, es un proceso caracterizado por la acumulación de material purulento o mucopurulento dentro del lumen uterino en presencia de un cuerpo lúteo activo. Debido a la
presencia de progesterona luteal, el cérvix se encuentra cerrado (Sheldon et al., 2006), aunque en algunos casos el lumen no está ocluido completamente y se puede observar descarga purulenta de la vagina (Sheldon et al., 2004). En el caso de la piómetra, a la palpación rectal los cuernos uterinos se hallan agrandados por el contenido. Es importante realizar la diferenciación con la preñez antes de aplicar tratamiento. La mayoría de las veces, la piómetra se presenta como secuela de la endometritis. Cuando las vacas con este problema ovulan, desarrollan un cuadro de
piómetra, por esta razón es detectada casi exclusivamente en vacas con un cuerpo lúteo activo, a partir de los 21 días postparto (Földi et al., 2006).

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