INTRODUCCIÓN
Es importante vigilar el posparto inmediato de la vaca debido a que es un momento crítico y delicado con grandes consecuencias positivas o negativas futuras a corto plazo, tanto desde el aspecto fisiológico de la vaca, como económico para el hato. Cuanto mejor se controle el posparto de la vaca, mayor será la eficiencia reproductiva y productiva del sistema lechero con mejores rentabilidades.

El preparto inmediato de la vaca inicia con grandes requerimientos de nutrientes, de energía y con demandas de calcio hasta tres veces por encima, calcio que se distribuirá al feto, se gastará en contracciones musculares principalmente uterinas, en calostro y en leche.

En el parto, esta adaptación metabólica conlleva rápidamente a la hipocalcemia (que es una disminución de los niveles de calcio en la sangre) y al balance energético negativo, estas son alteraciones presentes en la mayoría de vacas lecheras a los primeros días posparto, aumentando el riesgo de retenciones placentarias, desplazamiento de abomaso, metritis, mastitis, cetosis, infertilidad y disminución en el rendimiento lácteo, ocasionando altas pérdidas económicas por el tratamiento de esta fiebre de leche posparto, disminución de la producción y las complicaciones secundarias, que pueden desencadenar en la muerte del animal. Estas altas demandas de lactación hacen disminuir también el fósforo conduciendo a hipofosfatemia y posteriormente a una hemoglobinuria (que es orina de color rojizo).

La producción lechera eficiente requiere que la vaca experimente la gestación y el parto cada año. La transición desde el estado no lactante y preñada al de lactante y vacía es con frecuencia desastroso para el animal. Las enfermedades metabólicas (“fiebre de la leche”, cetosis, retención de placenta y desplazamiento de abomaso) ocurren en las dos primeras semanas de lactación, y el riesgo se prolonga hasta treinta días tras el parto. (Martinez. 2007).

El consumo de materia seca durante la fase final del secado disminuye abruptamente de forma que, con raciones normales, la mayoría de los animales ingieren menos nutrientes de los necesarios durante las tres últimas semanas de gestación. En general, el consumo en porcentaje del peso vivo durante los veintiún días previos al parto se ajusta a una función exponencial y la reducción se calcula aproximadamente en un 30% en ese período. (Martinez. 2007)

Las necesidades de calcio de la vaca seca de 500 kg son de 33 g/día durante los dos últimos meses de gestación (Kronqvist et al., 2012), relativamente bajas si mencionamos que la mayoría de raciones para vacas secas contienen cantidades superiores de calcio, entorno a 45g/día (Bach y Calsamiglia, 2002).

Las necesidades de glucosa y de energía metabolizable aumentan dos a tres veces entre el día 21 antes del parto y el día 21 después del mismo. Por contra, como hemos visto, el consumo de materia seca y por tanto de energía se reduce de forma exponencial durante los últimos veintiún días antes del parto, para recuperarse lentamente después del mismo. Esta falta de acoplamiento entre las necesidades y el consumo determina un balance energético negativo. Para cubrir el déficit de energía, el organismo moviliza grasa (lipólisis) y proteína desde los tejidos de reserva. (Martinez. 2007).

La hipocalcemia es una enfermedad metabólica que acontece en diversas especies animales, aunque resulta especialmente importante en el ganado vacuno lechero de alta producción láctea, en el (horst et al., 1997). Aparece como consecuencia de una pérdida de calcio total, mientras que los mecanismos homeostáticos, de los que dispone la vaca, no son capaces de reponer los niveles plasmáticos de este mineral. Suele manifestarse entre las 24 horas antes del parto y las 40 horas posparto, es decir, al comienzo de la lactación (Kamgarpour et al., 1999).

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